
“Tomar esta decisión de hacer la denuncia en un tendedero es un paso a veces muy difícil, entran en juego muchas situaciones como puede ser el miedo, la desconfianza, la naturalización de violencia y muchas veces preferimos quedarnos callados o calladas”. Leticia Paredes Guerrero, responsable del programa institucional de Igualdad de Género (UADY).


Información y fotografía Marilú Flores @MarilFlores7
A lo largo del trayecto de la calle Independencia en la ciudad de Tlaxcala, en el centro histórico y en el Museo Miguel N. Lira se colocaron “tenderos de denuncias”, una de las prácticas del 8M -como se sintetiza el “Día Internacional de las Mujeres” cada 8 de marzo- y de los 25 de cada mes que ha tomado relevancia cada vez mayor, en el sentido de visibilizar y denunciar los diversos tipos de violencias que aquejan a mujeres y sean o no víctimas, es cuestión de sororidad.



“Denunciar es un acto de valentía” señalan las que han dado ese paso, porque para ello requiere de romper esquemas sociales, familiares, incluso internos, es difícil dar el paso y vencer al miedo, exhibir al agresor no es fácil, pero en colectivo, arropadas por más mujeres, es posible; en medio de un mar de emociones, representa un avance para cada una de las mujeres que lo logra.



Romper las barreras de las heridas y huellas que te deja la violencia psicológica, física, sexual, económica y patrimonial, por mencionar algunas, no es fácil, requiere tiempo, paciencia, conocimiento, autoconocimiento, empoderamiento, arropamiento de otras mujeres, dar el paso enfrentarte a ti misma, a tus sombras, a tus miedos y motivación para de repente ver una mujer que se atreve a dar ese paso.


El origen del tendedero de denuncias fue a partir de una obra en 1978 por parte de Mónica Mayer, que llevó el nombre “El Tendedero” que consistía en pedirle a todas las mujeres responder en un papel rosa completando la frase: “Como mujer, lo que más detesto de mi ciudad es…”, y las respuestas fueron colgadas en el Museo de Arte Moderno; este concepto fue evolucionando a llegar lo que es ahora.



La marcha del 8M en Tlaxcala, tiene diversas aristas; quien esto escribe observó una de estas: que este año aumentaron por lo menos al doble las denuncias y señalamientos en los tendederos, sin embargo algo, o alguien, rompió el ritmo, ya que la característica de los carteles de denuncia son hechos a mano, elaborados cuidadosamente con creatividad e imaginación, con frases que hacen alusión a la conmemoración del Dia internacional de la Mujer como día de lucha, nunca de celebración.
“YO PROTESTO PORQUE NO CONOZCO A NINGUNA MUJER QUE NO HAYA VIVIDO ACOSO”; “NO ES NORMAL QUE TODAS TENGAMOS UNA HISTORIA DE ABUSO”; “TE ESPANTAS POR LAS QUE LUCHAN Y NO POR LAS QUE MUEREN”; “GRACIAS POR SER LA VOZ DE LAS QUE NO PUEDEN HABLAR”, “NUNCA MÁS NOS QUEDAREMOS CALLADAS”, “GRITEN, ROMPAN, LLOREN POR MÍ Y POR TODAS LAS QUE HOY NO MARCHAN”, “NO ESTÁS SOLA TODAS ESTAMOS CONTIGO”, “NI UNA MÁS, NI UNA MENOS”.

Todas las anteriores son algunas frases que rezan en los carteles mostrando sororidad, colectivo, arropamiento, lucha, libertad de expresión, protesta, demanda de justicia… y de repente, algo rompe el ritmo, rompe el esquema y rompe la esencia:
Lonas impresas a diferente formato, sin los colores representativos, con nombres de personajes específicos y con frases sexualizadas u homofóbicas, argumentos que dan ilegitimidad al señalamiento; rompiendo todo el simbolismo y significado colectivo de lo que realmente es el tendedero de denuncias, el lenguaje visual evidencia a que quién lo pensó, y quien lo ejecutó no tiene la mínima idea de lo que el 8M representa.


